Las causas más frecuentes de la muerte de la pulpa son las caries extensas, los empastes profundos, los traumatismos, la fractura del diente y la enfermedad de la encía (gingivitis) o enfermedad del hueso de sostén (periodontitis).

Pueden variar desde la molestia momentánea y ligera hasta el dolor prolongado e intenso con la exposición al calor o al frío, masticación o mordida.

Así como también debe conocerse que, a veces, se encuentra evidencia radiográfica de enfermedad pulpar sin que exista dolor ni ningún otro síntoma más allá de los cambios radiográficos.

Rara vez.

De suceder, se pueden emplear blanqueamientos químicos no agresivos.

Algunos dientes  sometidos a tratamiento endodóncico sufren alteraciones del color debido a que han sido reconstruidos con empastes coloreados o amalgamas de plata que han desprendido iones. Muchas veces queda indicada la colocación de una funda o corona para sustituir y tapar estos empastes.

Si no existe una funda previa, la necesidad de colocarla luego dependerá de la cantidad de estructura dental sana remanente.

Además esa necesidad dependerá también del tipo de diente que sea, y de la cantidad de fuerza masticatoria a la que esté sometido.

Cuanta menos cantidad de diente sano quede, mayor será la necesidad de colocar una corona porque aumentará de forma directa la susceptibilidad de fractura del diente. Así como también será recomendable el uso de postes de fibra de vidrio o metal intrarradiculares, para reforzar a la funda.

La única alternativa es la extracción.

Pero hay que comprender que la extracción de un diente conlleva también al desplazamiento y apiñamiento de los dientes adyacentes y por consiguiente conlleva a la pérdida de la eficacia de la masticación. La extracción es el camino más “fácil”, pero dependiendo del caso, puede resultar más costosa a largo plazo. Cada caso hay que evaluarlo de manera particular.

La endodoncia es uno de los procedimientos odontológicos que tiene un pronóstico predecible si se realiza correctamente, llegando a ser del 90%. Aún así no se puede nunca garantizar el éxito o el no fracaso, ni de una endodoncia, ni de una segunda intervención (reendodoncia) o de una cirugía endodóncica.

Los pacientes deben comprender que el pronóstico puede depender y variar según una buena higiene oral, de una adecuada restauración posterior al tratamiento o de la necesidad de un seguimiento periódico y visitas obligadas a las revisiones concertadas.